miércoles, 9 de octubre de 2019

Kfar Kama: un relato sobre una curiosa aldea.

Después de pasar por un concurso literario, colguémoslo aquí.


Hace  unos meses, a principios de este verano, decidí participar en un concurso literario, el de la Asociación Emilio Carrere, con un relato corto, pero al no tener ni idea de sobre qué tema podría tratar, decidí preguntar a una amiga, a ver si podía darme una idea. Y sí, me la dio, y muy original. Ella sabe de mi interés -que demostré dedicándole no una, sino dos entradas- por el pueblo circasiano. Interés compartido, por lo demás, y me habló de la aldea de Kfar Kama, en el norte de Israel, habitada por una mayoría de circasianos, que llevan décadas conviviendo lo mismo con judíos como con árabes musulmanes, cristianos y drusos. 
No tardé mucho en escribir el relato, si bien es demasiado corto para mi gusto, pero así lo exigían las bases del concurso, y una vez que lo escribí, no lo cambié -algo no muy habitual, pues cuando escribo relatos que me parece que quedarían mejor con una mayor extensión, no tengo problema en dársela-. Y a falta de otro sitio donde enseñarlo, pues lo cuelgo aquí mismo, esperando que alguien más lo lea:


KFAR KAMA.

Bibras caminaba en silencio por las calles de su pueblo, Kfar Kama, al norte de Israel. No era, aquella pequeña población, un lugar común. Habitada por judíos, drusos, palestinos musulmanes y cristianos, era mayoritariamente circasiana, como el mismo Bibras, que se dirigía a la parada de autobús para volver al cuartel donde realizaba su servicio militar, como todos los hombres de su pueblo.
La soledad, en un pueblo en silencio absoluto, con calles vacías, lo mismo atrae el aburrimiento o la fantasía, que hace presa fácil de comunidades que cuentan con un generoso acerbo de mitología.
Los pueblos guerreros acaban vistiendo uniforme, y los circasianos fueron grandes luchadores. Hombres a caballo, altos gorros y largos abrigos de piel, afiladas espadas de acero, señores de las cumbres, fantasmas de los bosques, aplastados por los ejércitos del zar, se dispersaron, vencidos pero orgullosos del deber cumplido, por las tierras de Oriente, atravesando desiertos, poblando ciudades, levantando aldeas…
Las hazañas de los narts, los héroes, transcurrían antes sus ojos: Sosriqwe, que decapitó a un gigante;  la divina Setenay, reina y madre de héroes; la hechicera Ediyixu y su esposo, Psebide, ladrón de caballos… ¡qué lejanos quedan, roto el silencio por un vulgar autobús!

La mezquita anexa al centro de herencia cultural circasiana de Kfar Kama.


Parte de los miembros de una asociación cultural de la aldea.

Y sí, Kfar Kama es un lugar real.

jueves, 11 de julio de 2019

John Reinhard Weguelin, retratista de la mitología griega.

Autor británico de la Época Victoriana, famoso por su deslumbrante Lesbia.


El hombre que pintó a Lesbia, como sólo Catulo podría imaginarla.

John Reinhard Weguelin fue pintor británico de la Época Victoriana, contemporáneo de los prerrafaelitas, aunque ni él se consideró nunca parte del movimiento, ni tampoco ningún crítico o historiador de arte lo ha emparentado con éstos, al contrario que a pintores más cercanos a Weguelin que a Millais o Rossetti, como Edward Poynter o Alma-Tadema, que más bien serían un intermedio entre neoclásicos de estilo más o menos academicista y los miembros y seguidores de la Hermandad, si bien fueron capaces de ir más allá que sus equivalentes franceses, por poner un ejemplo geográfico cercano. Lamentablemente, Weguelin acabó, como los demás -prerrafaelitas, academicistas, neoclásicos, o cualquiera que resultara mezcla de todo ello- por ser olvidado tras la I Guerra Mundial. Tras los horrores de la Gran Guerra, se produjo el doloroso nacimiento de un mundo nuevo, y las delicadezas y sensibilidad de la pintura sobre temas de la antigua Grecia o la poderosa Roma, de la mitología antigua, o de ninfas, sirenas y otros seres mitológicos ya no tenían espacio para ellas. Sólo en los últimos años -y precisamente, gracias a internet, a la nueva tecnología, además de la aparición de libros no especialmente caros- todos estos antiguos maestros -no tan antiguos, realmente- han comenzado a ser conocidos por los hombres  y mujeres de nuestro tiempo, deseosos de disfrutar de la pintura figurativa, de maestros sepultados por el olvido de forma tan injusta como, en muchos casos, completa.
Weguelin nació en 1849 en Sussex, en el sur de Inglaterra -allá donde nació el país, realmente-, y falleció en 1927, en una época en que ya nadie se acordaba de él, en Hastings, en la costa del sudeste del país, célebre por la famosa batalla que ganó Guillermo I el Conquistador, que gracias a ella consiguió el trono inglés. Weguelin tuvo como ejemplos a seguir a los ya nombrados Poynter y Alma-Tadema. Le agradaban sus temáticas -bellas damas griegas y romanas, mitología griega, seres mitológicos como ninfas y sirenas...-, su luz, el color, flores y plantas... parecido al también considerado prerrafaelita John William Waterhouse -si él se veía como uno de ellos, la verdad es que nunca lo he tenido claro; es muy posible que no-, pero con más luz -y quizá mejor retratada- y menos ropa.

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"Lesbia" (1878) fue, y es, la obra más conocida de Weguelin. Es una pintura luminosa, bella, con una Lesbia que, sin duda, de haberla imaginado así Catulo,  no resulta extraño que perdiera la cabeza por ella.

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"Obsequios de un gato egipcio" (1886), fue un raro caso en que Weguelin pintó un cuadro de temática egipcia -y eso que, para los británicos de la época, el Egipto de los faraones resultaba, si cabe, más atractivo todavía que la Grecia y Roma antiguas, por ser un mundo que estaba comenzando a descubrirse más allá de leyendas y relatos bíblicos-.

"El columpio" (1893) fue su retorno a la acuarela. Ya no volvió a la pintura al óleo, y llegó a ser uno de los grandes a la hora de pintar con ese material.

Weguelin demostró su pericia con tres técnicas distintas: la pintura al óleo, la acuarela, y la ilustración interior para libros. La acuarela fue el tipo de pintura preferida tanto en sus primeros tiempos, como en los últimos años de pintor activo, mientras la pintura al óleo fue con la que pintó gran parte de sus obras más conocidas, empezando por su "Lesbia" (1878), la musa -real, no imaginaria o fantástica- del poeta romano Catulo, que tantos y tan románticos, y también tórridos versos le dedicó, aunque, una vez que la Lesbia real pareció darle calabazas, no dudó en criticar y mostrar desprecio y resentimiento hacia la misma dama. Muchos historiadores actuales creen a fuentes de la época, o muy poco posteriores a la vida del poeta, al pensar que la tal Lesbia era Clodia, hermana de Clodio, miembro de los Claudios patricios que decidió hacerse plebeyo -legalmente- por decisión propia, para poder representarlos como tribuno de la plebe, pero que más bien fue un agitador político-social, en ocasiones un auténtico peligro púbico, y en otras, un vividor despilfarrador. De Clodia, antes Claudia, y su hermana Clodilla -ambas también se cambiaron el nombre- se habló mucho en sus tiempos, casi siempre mal, más por romper con todas las convenciones sociales que la época imponían a las mujeres nobles, que por ser tan destructivas, socialmente hablando, como su hermano -que acabó asesinado, no está muy claro por quién-. Pero Weguelin retrata aquí a una Lesbia que no parece el retrato de una dama romana real, sino como un ser mortal, pero de aspecto casi divino, mítico, donde la luz parece acariciarla tanto como su ropa casi transparente, que más que vestirla, se diría que enmarca su hermoso físico.

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"El baño" (1890) fue uno de sus últimos trabajos de importancia al óleo, y también de los que, en aquellos -muy- conservadores tiempos, más dio que hablar. Que transcurriera en la Grecia o Roma antiguas, o en otros tiempo o lugar, era lo de menos. Era la belleza femenina, desnuda y pura, lo que retrató Weguelin.

"La sirena de Zennor" (1900) es un ejemplo de su virtuosismo a la hora de pintar acuarelas. El personaje masculino, el joven que se encuentra con una sirena como si tal cosa -resulta evidente la sorpresa del muchacho- va vestido con ropa del Renacimiento, quizá por deseo del artista de cambiar un poco de época, aunque el personaje de la sirena es griego -al menos, hasta que Andersen lo resucitara y la trasladara a Escandinavia-.

"Presionando las uvas" (1880) es un óleo que fue re-descubierto en una casa de Portland -en el estado de Maine, Nueva Inglaterra, no en Oregón-, y que se ha atribuido a Weguelin.

El fantasma de la esposa de Periander de John Reinhard Weguelin

El fantasma de la esposa de Periander de John Reinhard Weguelin

El fantasma de la esposa de Periander de John Reinhard Weguelin

El fantasma de la esposa de Periander de John Reinhard Weguelin
Ejemplos de su trabajo de ilustrador para los "Cantos populares de la Antigua Roma" -más exactamente, "El fantasma de la esposa de Periandro"- de Thomas Macaulay.

Además de cuadros, y para ganarse la vida cuando los encargos de pintura escaseaban, trabajó como ilustrador. Su encargo más conocido -en su época, al menos- fue para los "Cantos populares de la Antigua Roma" de Thomas Macaulay, una versión ilustrada de los poemas -como no- de Catulo, y una traducción del griego de poemas de Anacreonte -nacido más o menos cuando falleció Safo de Lesbos, y que se hizo un nombre en la época clásica-, realizada por Thomas Stanley.
Weguelin no estudió, como tantos otros, en la Royal Academy, pero sí expuso allá. En sus años de madurez, al volver a la acuarela -que no estuvo nunca muy representado en la Royal-, ingresó en la Royal Watercolour Society, formada por artistas que preferían dicho tipo de pintura.

Respecto a las fuentes, básicamente he tirado de Wikipedia, no sólo en castellano, sino también en inglés, de donde también son las imágenes. Las ilustraciones de los "Cantos populares..." viene de la web "Meisterbrucke".

Más arte en la calle en Reus.

Una calle transformada en un museo.


Hará una eternidad que hablé sobre arte callejero -o en la calle, por si lo de "callejero" pueda considerarse erróneamente despectivo-, realizando pinturas en armarios de instalaciones eléctricas en distintas calles de mi ciudad, de Reus. No es que viva, precisamente, en una ciudad muy turística,  aunque sí es cierto que atrae, si no turistas propiamente dichos, sí visitantes de poblaciones cercanas, aunque más por el comercio o tomarse algo que por otra cosa. Aún así, creo que no está de más hablar de otros atractivos, aunque se trate de lo que se llama "arte efímero", o por su corta duración, o por tratarse de exposiciones temporales.
Esto es lo que sucede en este caso. se trataría de la Calle Pere Òdena, que si destaca por algo, es porque, al no haber entrada a viviendas particulares, ni haber locales de ningún tipo abiertos al público -en realidad, ni cerrados; lo que hay son entradas secundarias a locales, diría que cerrados, con entrada por otras calles-, así que no hay mejor sitio para transformarla en un espacio de exposición temporal de arte, en el Street Gallery '2019, que es como se llama la iniciativa.
No quiero enrollarme más con ello -básicamente, porque poca información encontré sobre ello, más allá de un artículo del diario "Més digital" -imagino que también habrá algo en el "Diari de Tarragona, pero no he tenido mucho tiempo de buscar, la verdad-, así que paso a colgar aquí las fotos de cada una de las obras, que hice lo mejor que pude, con un móvil no mucho mejor que mis cualidades como fotógrafo. Pues aquí va.

"Identitats" ("Identidades"), de Meri Via.

 "Fetillera" ("Hechicera"), de Aisa.

 "Continguts" ("Contenidos"), de Alba Domingo.

 Obra sin título, de Sara Porras.

 "Grapes and the sunlight" ("Uvas y luz solar"), de Naomi Kubo.

 "Mujer salvaje", de Thais Granero.

 "Wai wai", de Dawnoi Martí.

 Obra sin título, de Clara Corax.

"L'amor propi" ("El amor propio"), de Laie Toldrà.

 En la misma calle se puede leer el nombre de cada artista y de cada obra.

 Para llegar a la exposición, se pueden encontrar señales en el suelo...

... o en una pared enyesada.

Y además, también en Reus:


 Dos fotos de la estatua de Jaume Plensa "Cos de llum" -"Cuerpo de luz"- que se encuentra a la entrada de la biblioteca Pere Anguera de Reus.

 Esta obra es distinta a las anteriores. Está pintada directamente en la pared -por tanto, no es temporal-, y no he visto firma y nombre de la obra-. Se encuentra cerca de las otras, eso sí. 

Uno de los "armarios-cuadros", con el campanario de Reus. Fue otra campaña de arte en la calle, que todavía se puede encontrar por medio Reus.


miércoles, 6 de marzo de 2019

Un relato que me ha sobrado, y he decidido colgar aquí: "Los que viven en la oscuridad".

Aunque haya resultado largo para cualquier concurso, aquí encuentra su sitio -de eso me encargo yo-.


Unas cuantas líneas escritas en un momento libre.

Tenía ganas de escribir algo, y si ese algo pudiera ser enviado a un concurso literario -no porque piense que tenga posibilidad de ganar, sino por el gusto de escribir-, pues mejor todavía. Pero en los dos únicos concursos literarios de este año que encontré -aunque también es cierto que no busqué con muchas ganas, en seguida me cansé de hacerlo-, exigían un máximo de 200 palabras, y a mí me salían casi 300, y como no sabía por donde recortar... pues no recorté, pero como no me desagradó, pues lo cuelgo aquí. 
Al fin y al cabo, para eso se tiene también un blog, ¿no? Colgar mis cosillas.

Y aquí va. Un relato de fantasía, o algo así:


LOS QUE VIVEN EN LA OSCURIDAD.

La joven criatura se movía entre aquella inmensidad oscura, donde la costumbre, más que los sentidos, le indicaban donde se encontraban los siniestros y casi siempre vacíos edificios, los resbaladizos caminos, que no calles, como embarrados y pegajosos, o lo que aparentaban ser árboles, o algún tipo de ser vegetal. O de otra naturaleza…
No era raro encontrarse con otros hermanos y hermanas, que se movían con la misma mezcla de celeridad, ansia y cansancio existencial. En ocasiones se saludaban de forma rápida, más por solidaridad por compartir tan vacía, aburrida y, sin duda, demasiado larga existencia, que por simple educación. No había mucho tiempo ni espacio para la urbanidad y las buenas maneras, en la tierra sin nombre, sin luz, sin color, sin nada…
La joven criatura… ni nombre quizá tenía. Ni nombre, ni nacimiento, ni sentido de que algún día le llegaría el fin. Lo único que podía  hacer, a lo único que parecía aspirar en su insípida existencia, era a seguir las luces, las siluetas luminosas, que le daban, a ella y a los demás, alimento, calor, y una mínima posibilidad de ver, de darse cuenta de lo que les rodeaba. ¡Qué mísera y triste vida! ¡Si por lo menos hubiera algún tipo de luz equivalente a lo que llamamos Sol, que les permitiera moverse por ese mundo de una forma algo menos miserable…!
¡Qué calor hacía en aquella pequeña ciudad de la meseta castellana! Difícil resultaba ver muchos turistas extranjeros, allá. La joven alemana se secó el sudor con el dorso de la mano, bebió otro trago de su botella de agua, ya casi vacía- ¡lo caro que resultaba proveerse de ella en las tiendas o puestos, tan rápido se le acababa!-, y siguió deambulando por aquellas viejas calles, tan cargadas de historia como de silencio y soledad. Y detrás de ella, su sombra, que aparecía y desaparecía. Y cuando así era ¿dónde marchaba? ¡En qué cosas se piensa cuando uno pasea en solitario por una población desconocida! ¿Habría en algún lugar, en una desconocida dimensión, un país de las sombras? ¿Y qué tipo de existencia, si así podría llamarse a su eterno deambular, llevarían aquellas oscuras criaturas?

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Y ya está. Cortito, ¿no? La próxima vez, espero, más y más largo.

martes, 27 de noviembre de 2018

Arte urbano en Reus: buscando lienzos para arte moderno.

En ocasiones, es más fácil encontrar un lugar donde plasmar arte de lo que podría pensarse.


Aquí y allá.

En algunos puntos de mi ciudad, de Reus, se pueden encontrar algunos ejemplos de arte urbano. Algo que no es que sea una novedad, o algo extraordinario, aunque donde yo vivo no lo sea tanto -aunque lo es, tampoco es que le damos la espalda a cualquier expresión artística-, es dónde lo podemos encontrar, o más bien, qué partes del mobiliario urbano ha sido transformado en un lienzo -aunque no de tela, sino de plástico- para pintar: los -muchas veces invisibles para nosotros,  y no por su tamaño, precisamente- armarios o cofres con instalaciones eléctricas urbanos, de los que dependen, por ejemplo, las farolas. 
La iniciativa viene dada por el colectivo  @llambordesfestival, si bien la palabra "llamborda", en catalán, en realidad significa "adoquín". Se trata de un grupo de 25 artistas urbanos -artistas de verdad, no vándalos, que entre otras cosas, acostumbran a estropear las obras de los que sí saben pintar-.
Y aquí, algunos ejemplos. La mayoría no son buenas fotos porque las hice yo mismo. Las dos últimas -una obra, y el cartel de presentación de la iniciativa-, las bajé de internet, y por lo que pude comprobar, las colgaron dos de los participantes de la iniciativa. Vale la pena darse una vuelta por Reus, "cazando" cada obra, o simplemente, dándole un vistazo por internet. 
Aunque no es lo mismo, ciertamente.






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Pues otro día, con más tiempo -¡que escaso estoy de él!-, más.

domingo, 28 de octubre de 2018

Lilit, la olvidada primera mujer: ¿maligna, madre de mil monstruos, o simplemente independiente?

Súcubos, demonios, vampiros... todos parecen tener la misma madre.


La mujer que abandonó el paraíso por decisión propia.

Hará ya como mil años -no literalmente, claro está- que no escribo nada, y la verdad es que en un futuro no creo que pueda dedicarle al blog apenas tiempo. Estaré no poco ocupado en no pocas cosas, pero al tiempo...
Bien, tampoco creo que ello sea demasiado interesante de contar. La cuestión es que me apetecía escribir algo, aunque no tenía demasiado claro el qué. Así que leyendo y mirando aquí y allá, me decidí por un personaje de la mitología judía -que no se reduce al Antiguo Testamento-, cuya historia está seguramente recogida en alguna de las versiones del Talmud -la palestina o la babilónica-, auténtica primera enciclopedia de la historia -con permiso de los chinos, que quizá también tuvieron obras parecidas perdidas o no del todo conservadas-, donde entra casi cualquier cosa, tuviera relación directa o no con los antepasados de los judíos modernos. Y digo lo de "seguramente" porque es muy posible, pero la única forma de saber qué recoge realmente el Talmud es leerlo, o al menos estudiar un resumen realmente amplio de él. Algo que necesitaría horas y horas de estudio profundo.
Bueno, sin más preámbulos. La cuestión es que los antiguos judíos -de tiempos de Asiria y el nuevo Imperio Babilónico, así que, hablando de Oriente Próximo, tampoco serían tiempos tan extraordinariamente antiguos, realmente-, defendían la idea de que Eva no fue la primera mujer que existió sobre este planeta, y que antes de ella -nacida, según la tradición de una costilla de Adán, el primer hombre, pero según estudiosos y lingüistas actuales, bien podría haber sido del hueso del pene de éste; sí, ya sé, los hombres no tenemos un hueso en el pene, pero sí otros mamíferos, y los antiguos debieron pensar que si lo tenían unos animales, también podía darse el caso en los humanos varones-, existió otra: Lilit (o Lilith).
Lo de ser el primero a veces te significa reconocimiento y -buena, mala, justa o injusta- fama. Pero el caso de Lilit fue distinto. Los estudiosos de aquellos tiempos defendían que Lilith tuvo el mismo origen, digamos, biológico de Adán: nacida del polvo de la tierra, a imagen y semejanza de Dios, o sea, el Yahveh hebreo. ¿Imagen y semejanza? ¿Podía ser Dios un ser de aspecto masculino y femenino al tiempo? No soy teólogo, pero creo entender que el mito -y las tradiciones religiosas posteriores- no habla de un parecido físico profundo, ni que tuvieran que ser del mismo sexo -en realidad, es de suponer que el Dios único no debería tener sexo-, sino que los dos primeros humanos serían una versión modesta de su creador. Algo así como una imitación en pobre de la "especie" creadora. La cuestión es que Lilit tuvo el mismo origen, la misma naturaleza que Adán. Y eso también significaría otra cosa: que ella se viera como un igual a su compañero masculino.
Eso último, la igualdad, y el que ella lo creyera y lo defendiera, provocó su desaparición de la historia bíblica, y su posterior casi desaparición de la memoria colectiva, a no ser de forma oscura, como si ella misma deseara ocultarse a nuestros ojos. Adán deseaba mantener relaciones sexuales con su pareja cómo y cuando a él le apetecía, y la postura sexual que prefería era la de estar siempre sobre Lilit. Una posición, según como se mire, de poder y dominación. Pero Lilit no estaba por la labor, y le dijo alto y claro que no, que ella era igual que él, creado por Dios al mismo tiempo y con el mismo polvo, y que también tenía derecho a elegir en cuestiones sexuales -y probablemente, en otras muchas cosas-. Adán, macho alfa de la humanidad -lógico, por ser el único- se pensó que allí era él el que mandaba -con permiso del altísimo, que sólo se dejaba caer por allí de vez en cuando-, e intentó forzarla a obedecerle. Pero no contaba con que Lilit era mujer de carácter, así que, encolerizada, dijo en voz alta el nombre mágico -y secreto- de Dios, y, elevándose por los aires como un ser de poder divino -quizá sí, que era más semejante al creador de lo que podría pensarse-, salió de aquel jardín que también parecía ser una especie de cárcel de barrotes de oro, y desapareció para siempre.
¿Para siempre? No, para siempre no, porque no desapareció más que de la vista de Adán. Y Eva, la que cargó con el pecado original en solitario -ella y todas las mujeres, generación tras generación- muy probablemente ni se enteró de la existencia de aquella antecesora.

Esta "Lilit" (1892) de John Collier -sí, un prerrafaelita, pero seamos sinceros, eran unos pintores magníficos, y pintaban como no lo habían hecho otros antes- no es que se corresponda exactamente con el mito hebreo. Que se sepa, la serpiente que tentó a Eva no tuvo nada que ver con la marcha de Lilit. Aunque sí resulta lógico que ella pudiera encontrársela en el Eden, como a cualquier otro animal.

"La Reina de la Noche". Así es como los arqueólogos llaman a este extraordinario relieve encontrado en el sur de Irak. No se sabe a qué deidad representa. Lo más probable es que sea Ishtar, diosa del amor y el sexo de los pueblos mesopotámicos, heredera de la sumeria Inanna -sólo que esta última también lo era de la guerra; en esto último, tomaría el cetro, o el escudo y la lanza, la combativa y poco conocida Amat; es muy posible que Ishtar y Amat fueran adoptadas por los griegos, y de ellas "nacieran" Afrodita y Atenea-. Sin embargo, los hay que defienden que podría tratarse de Lilitu, una demonia y deidad menor mesopotámica de la que los hebreos pudieron sacar ciertas características de la futura Lilit. Aunque, evidentemente, no tengo la cultura de un arqueólogo, creo que la diosa debe ser Ishtar, pero su desnudez, alas a la espalda, pies de águila, y el poder omnimodo que despide, explica que judíos y cristianos vieran en ella algún tipo de demonio.

Volvemos a saber de ella a partir de leyendas y relatos que se oían entre las comunidades judías de la Europa Medieval -aunque con toda seguridad, se debían contar y comentar desde mucho antes; por lo menos, desde tiempos romanos-. Se contaba de que Lilit, se supone que volando cual personaje de Marvel o DC, llegó al Mar Rojo. En la Antigüedad, los judíos, fueran de Palestina, Siria, Italia, Egipto o cualquier otro país, debían tener cierto conocimiento de dónde estaba aquella lejana región del mundo, y qué estados o pueblos debían vivir frente a sus aguas. Pero los europeos medievales, judíos o cristianos, poco sabrían. Aquello era casi otro mundo. Fácil pensar que en en aquellas tierras, y en una época, de tan antigua legendaria,  vivieran demonios y seres que Dios, por la razón que fuera, decidió, en lugar de exterminar, apartarlos lo más lejos posible del Edén, hogar de la primera humanidad reducida a dos individuos. El que uno de esos miembros, Lilit, decidiera abandonar el paraíso para instalarse entre ellos, mantener relaciones sexuales -sexo no para reproducirse, sino por goce y diversión, de ella, y no de él-, tal vez fue algo un tanto inesperado.
Así pues, Dios decidió mandar a tres ángeles -Snvi, Snsvi y Smnglof; teniendo en cuenta la dificultad de "detectar" vocales en nombres hebreos desconocidos con anterioridad, resulta casi imposible cómo debían sonar originalmente dichos nombres-, que tenían orden de prenderla y, se supone, obligarle a acudir a algún lugar a ser juzgada. Pero Lilit, seguramente sintiéndose protegida por los demonios, los mismos demonios que vivían donde ahora se deben encontrar las costas de Eritrea, o Somalia o a saber qué otro país y que no parecían importarle demasiado ni a los ángeles ni a su señor celestial, les dijo que no, que ella vivía bien a gusto allí, con su enorme prole -parece que de cientos, quizá miles de individuos conocidos como lilim. Los ángeles no se tomaron aquello muy bien, y, o bien cumpliendo órdenes, o tomando la iniciativa, dejaron de ser ángeles encargados de búsqueda y captura, para pasar a ser ángeles exterminadores. Mataron a multitud de lilim, cien al día, y está claro que, por extraordinaria que fuese la capacidad reproductora de Lilit, desde luego no llegaba ni de lejos a contrarrestar semejante mortalidad de los que, al fin y al cabo, eran sus hijos.
Estaba bastante claro que Lili, lo tuviera anteriormente pensado o no, pasó a ser parte de lo que llamaríamos "el lado oscuro". Los enemigos de los seguidores de Yahveh, y más adelante, del Dios de los cristianos, y más adelante, de los musulmanes.

Lilith
Lilit en un grabado en madera sobre papel, obra de Ernst Barlach (1922). Encontrado en la web de la Enciclopedia Británica.


Una descendencia de naturaleza cambiante.

Las leyendas y cuentos judíos, relacionados con los textos religiosos y la historia más o menos dada por válida, pero con vida propia -la vida que le da su condición de literatura oral y autoría colectiva-, daban por cierto que, destrozada por el dolor de ver a tantos hijos muertos a manos de los ángeles, o quizá por el mismo Dios -se supone lo primero, pero no con seguridad absoluta-, decidió, al menos en cuanto los humanos empezaron a ser numerosos, a vengarse sobre sus hijos. En cuanto a los judíos, o más bien los antiguos hebreos anteriores a la deportación a Babilonia, los mataba antes de cumplir los ocho días, cuando todavía eran incircuncisos -o sea, que no habían sido circuncidados por un sacerdote, siglos después, exterminados éstos en las guerras contra los romanos, por rabinos-. La idea de una Lilit asesina de niños era algo que no fue difícil que entroncara con todo tipo de leyendas y cuentos de los pueblos con los que se encontraron o vivieron junto a los judíos a lo largo de los siglos, fueran griegos, romanos, germanos, o pueblos romanizados pero que conservaban parte de su cultura celta, tracia, etc. 
Además, Lilit, de alguna forma, en el Mediterráneo se encontró, por decirlo así, con Lamia, la reina Libia amante de Zeus, transformada por Hera, la celosa -con razón- y cruel e hipócrita esposa del dios de dioses  en un monstruo, después, también aquí, de haber asesinado a sus hijos. La amante de demonios temida por los judíos se entroncó en un solo mito por la desgraciada amante de Zeus que los griegos, injustamente, en lugar de tratarla como víctima, transformaron en monstruo que mataba o torturaba a los hijos de otras mujeres. Existiría otro caso de mujer que ha sufrido la ira divina, Medusa, pero que la posteridad recuerda sólo como monstruo flagelo de humanos, sin tener en cuenta sucesos anteriores, pero esa ya sería otra historia.

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Una versión más moderna de Lilit, por la ilustradora canadiense Rebecca Yanovskaya. Más sobre su obra aquí. (Creo que aquí hay alguien de quien vale la pena escribir algo más).

Y esos seres, hijos de Lilit, ¿cómo  o qué eran? En principio, se les llamó simplemente demonios. Más adelante, ya se les podría dividir y subdividir, en una demonología transformada en auténtico arte y ejemplo de diversidad y complejidad. En versiones antiguas, los lilim eran descritos como seres cubiertos de vello, casi como hombres-mono -pensar que pudieran referirse a homínidos antiguos como erectus o habilis sería delirante, sí, pero también provocativamente fascinante-. Más adelante, se dijo que, si no todos, la mayoría eran mujeres, o más bien de sexo femenino -no eran humanos propiamente dichos-. Además, la misma Lilit acabó transformándose también como un ser no humano, o post-humano, una especie de demonia-madre, y súcubo mayor. Finalmente, los, o las- lilim se transformaron en lo que en la Edad Media -donde lo judío y lo greco-latino se entremezcló con la cultura europea cristiana- en los súcubos -en plural-, los demonios de aspecto femenino que seducían a hombres, no pocos de ellos jóvenes monjes o sacerdotes -algunos de ellos, en la vida real, se sacaran de la manga algún súcubo cuando se insinuaba que habían tenido alguna relación no sólo amistosa con alguna mujer-. Y a los súcubos, les acabaron apareciendo su versión masculina: los íncubos, que violaban a mujeres dormidas, o las seducían y, en no pocas ocasiones, las dejaban embarazadas. Como en el caso de los súcubos, los íncubos también acabaron siendo útiles, en este caso, para explicar extraños embarazos. Lilit también tuvo hijos semi-demonios con el semen de aquellos hombres que caían en sus garras. Una descendencia enorme, desde luego.
Y pasado el tiempo, estos lascivos demonios acabaron siendo cada vez más literarios, e igualmente, más atractivos. Y sus historias y características se entremezclaron con leyendas de la Europa central y oriental -balcánica, magiar, germana, eslava...- para, de manos de la literatura de escritores europeos occidentales -británicos, franceses, alemanes-, contribuir a la creación de la imagen del vampiro, si no moderno, sí reconocible, como la Carmilla de Le Fanu, o antes de él, el vampiro de Polidori. De ahí, que hasta hoy en día, los vampirófilos -por llamarlos de algún modo- consideren a Lilit como la primera vampira, sólo un paso.
En los últimos años, Lilit es considerado incluso un símbolo feminista. ¿Hay razón para ello? Que cada uno piense lo que quiera. Evidentemente, Lilit no era feminista en el sentido moderno del término, y tampoco fue creado como símbolo de igualdad o derechos de las mujeres. Pero si se analiza su naturaleza más allá de la religión, sí resulta un ejemplo de independencia femenina muy convincente, de eso no hay duda.
Pero si nos olvidamos de todas las historias posteriores al mito hebreo original -mito, con toda seguridad, importado de Mesopotamia, donde asirios y babilonios sólo repetían lo que contaban y escribían sus antecesores semitas acadios, y éstos, de sus "maestros", padres de la civilización, los sumerios-, nos quedamos sólo con una cosa: Lilit, ni era malvada, ni cruel,  ni traidora; tampoco viciosa o lasciva. Simplemente, era una mujer independiente, que se sabía igual a su compañero hombre, y así lo exclamó y defendió. Hasta las últimas consecuencias, aunque eso significara el ser considerado por siempre como un ser maldito y monstruoso.


miércoles, 1 de agosto de 2018

Inventos olvidados -y de corta vida-: La máquina de escribir partituras.

Curiosidades que se pueden encontrar en la red. ¿Por qué, si hay una máquina de escribir letras y números, no se podrían escribir música?


Un aparato olvidado, pero en cierto modo, atractivo y genial.

Como se puede ver, apenas le dedico ya tiempo al blog. No tengo mucho tiempo, tampoco muchas ganas, pero no me gusta que acabe por morirse de inanición, así que he decidido escribir alguna entrada, aunque sea corta, por aquello de mantenerlo con vida, aunque sea vegetativa.
He decidido hablar un poco -muy poco- de una curiosa máquina, la máquina de escribir partituras, o usando su nombre original en inglés, una "Keaton Music typewriter". El nombre de Keaton se debe a su inventor, el norteamericano Robert H. Keaton, que en determinado momento, pensó que, si había máquinas -en aquella época, ya bastante desarrolladas y semejantes a las que se usarían hasta, al menos, los 80 del siglo XX-, ¿por qué no podrían escribirse otros símbolos, aparte de letras mayúsculas y minúsculas, números, y símbolos de puntuación? Y si había -según él, claro-, unos incómodos de escribir a mano, y en ocasiones un tanto complicados, eran los que representaban notas y anotaciones varias en las partituras musicales.
Así pues, creo una "Music typewriter", que se traduciría como máquina de escribir música, pero como la música en sí misma no se puede escribir -sino más bien representar, porque no se lee, sino se escucha, en mi modesto entender-, también podría hablarse de máquina de escribir partituras. La primera que salió al mercado fue en 1936, con catorce teclas. La segunda, mejorada, se pudo adquirir a partir de 1953, con treinta y tres. ¿El problema? Aunque consiguió venderse algo -quizá más como curiosidad, o como un aparato atractivo para los amantes de la tecnología y la mecánica-, pudo ser útil para profesores de música, pero los compositores y músicos, los artistas, preferían escribir en partituras en blanco -y tachar, y quitar y añadir- a mano. Resultaba más cómodo, más rápido, y también más barato. Y al fin y al cabo, un artista nunca se lleva demasiado bien con la tecnología. Cuando desea cambiar o poner algo por escrito, no busca teclados o rodillos, sino un lugar donde poner por escrito lo que ha pasado por su mente, sin más.

Resultado de imagen de maquina de escribir música
Un ejemplo de la máquina de Keaton, para escribir partituras. Se trata del modelo mejorado de 1953, capaz de escribir 33 símbolos.

Sin embargo, el invento no era mala idea, y pasados los años, las décadas, no deja de ser no sólo una curiosidad histórica y tecnológica, sino también un ejemplo del atractivo de los aparatos y máquinas no sólo antiguos, sino también anacrónicos.

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Esta sería, muy probablemente, la mejor forma de colocar la máquina para usarla cómodamente.

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La ilustración es bonita, pero pura fantasía. Desde luego, se pueden colocar teclas de piano en una máquina de escribir, pero sería más una obra de "fantasía mecánica", de objeto curioso y de adorno, que otra cosa. Aunque quizá, algún genio podría conseguir que sonara, e incluso que sonara bien.


Aunque descubrí la máquina en facebook, en la página "Belle Epoque to Art Deco. The first 40 years to 20th cent", fue sobretodo en la web "Hispasonic", donde encontré más información, aunque busqué completarla en otras.