lunes, 19 de enero de 2015

Jacques Tardi ( y IV): El género negro, e incursiones en otros campos.

La cuarta y última entrada sobre el autor francés, sobre sus obras de temática negra, y más allá del dibujo.


Bien, después de muchos días, y sin saber si hacer o no una entrada sobre la matanza de los miembros del Charlie Hebdo -no sólo por el impacto en sí mismo, sino también porque en más de una ocasión hablé, aunque fuera de pasada, de dicho semanario satírico-, y los hechos subsiguientes, pues nunca he hablado de política o actualidad en el blog -no porque no tenga interés en la una  o la otra, sino que, al no haberlas tratado antes, no sabía bien sin hacerlo o no-, así que, por el momento, prefiero esperar un poco más, para ver los hechos en perspectiva, y no sólo hablar del atentado, sino de otros temas, en una entrada más larga.
Así pues, prefiero, por el momento, acabar con el bueno de Tardi, y más adelante, me dedicaré a otros temas.


El género negro policíaco, y el polar, o noir social.

Quizá, más que hablar de obras haciendo un listado puramente cronológico, mejor sería, hasta cierto punto, dividir las obras de género negro por los autores a los que Tardi ha adaptado, o que, directamente, colaboraron con él.
En primer lugar, habría que hablar de Nértor Burma, el detective de la policía -más tarde, detective privado, cansado de la sombra de "papa/padrastro Estado"- creado por Léo Malet, uno de los padres de la novela negra en francés. En este caso, como ya se ha dicho, Tardi adopta como protagonista de sus historias -que, si bien contó con la ayuda del "padre de la criatura" para recrear sus aventuras en papel y tinta, no dejó de tener siempre su propio punto de vista- a un policía. Y eso es ciertamente raro, pues él nunca ha tenido demasiado interés, ni apenas simpatía alguna, por nada que recuerde al Estado. Pero Burma más bien parece un hombre, de origen modesto y pasado anarquista, que está en la policía no porque realmente se sienta parte de ésta, sino como forma de conocer tanto como solucionar el mundo, aún sabiendo de que es imposible. Parece un tipo un tanto retraído, melancólico, y que está un poco a vuelta de todo. Sus historias parecen transcurrir entre los años 50 y 60, con la II Guerra Mundial todavía relativamente fresca -se hace referencia a la guerra en ocasiones, incluyendo el colaboracionismo con el ocupante alemán, algo que, hasta hace bien poco, era casi tabú en la sociedad y la historiografía francesas-, y, en un blanco, negro y gris impecables, nos retrata un París que fue y se fue, pero que es tan reconocible, que en no pocas ocasiones podrían usarse sus álbumes de Burma como guías de la capital francesa. Incluso, se pueden consultar planos en cada uno de ellos, donde se nos indican los puntos de la metrópoli donde ocurre tal o cual hecho de cada historia.

Hombre solitario, tal vez más necesitado de compañía de lo que él mismo es capaz de reconocer, Burma es de los personajes más cercanos, más humanos y realistas, de Tardi.

La primera aventura de Burma, quizá la más famosa, fue "Niebla en el puente de Tolbiac" (1982), donde se nos presenta el personaje -en general, son de las historias con más páginas que ha dibujado, así que resulta fácil introducirse en el mundo del circunspecto policía, y acabar conociéndolo como si fuera un hombre de carne y hueso-, y vemos el caso del asesinato de un policía, entremezclado con el pasado político del protagonista, y de que antiguos camaradas anarquistas acaban reapareciendo, aunque con una forma de vida que no parece demasiado revolucionaria. Y en medio, un amor imposible con una joven gitana con un pasado sórdido del que intentará escapar.

Una página de "Niebla en el puente de Tolbiac", donde el rostro de Burma quizá no está todavía bien definido.

Tras él, transformado ya Burma en otro de sus personajes más famosos, junto a Adèle Blanc-Sec, vendrían "Calle de la Estación, 120" (1988), casi doscientas páginas -de ahí, también, el que tardara seis años en ver la luz, aunque por en medio hubiera otros trabajos- donde se hace referencia a la guerra, a los campos de prisioneros, refugiados, colaboracionistas, y cómo, no tantos años después, la sociedad francesa, y en particular la parisina, intenta hacer tabla rasa olvidando el pasado, o reescribiéndolo a su gusto. Burma no está precisamente de acuerdo en ello, y la existencia de un hombre que grita su nombre al morir cuando iba a saludarle, hará que acabe desenterrando un pasado oscuro, para individuos, y para la sociedad en general. Aunque Malet era crítico de ésta, algunos lo consideran una especie de "anarquista de derechas" -realmente, parece que él mismo se llegó a definir así-, como si fuera un personaje que no tiene problema en criticar lo que no le gusta, pero tal vez quedándose un tanto en la superficie. Tardi, en cambió, utiliza al policía, hombre íntegro que no tiene intereses económicos o materiales, y por tanto prácticamente incorruptible, pues tampoco es que fuera una persona que se asustara con facilidad, para sacar a la luz lo que muchos compatriotas no quería ver: que durante la Guerra Mundial, Francia no fue, solamente, un "país de resistentes".

Como todo personaje de cómic con amplio seguimiento, Néstor Burma tiene también su merchandising. En este caso, un coche de la época, con acompañante femenina -y pipa- incluidas.

Tras él, "Una resaca de cuidado" (1990), donde Malet, hombre solo y solitario, acaba, como dice el título, con una buena resaca después de una noche de borrachera, mientras tiene que hacerse cargo de un caso que no sólo le llevará exactamente al mismo lugar donde acabara abusando de la botella, sino que, incluso, podría ser el principal sospechoso de un crimen.

El París de los 50, retratado de forma casi fotográfica.

En "Reyerta en la feria" (1996), Burma, con su pipa y su gabán, es ya un viejo conocido que, siguiendo en una feria a una morena de buen ver, acaba metido en un lío que incluye a un personaje que intenta lanzarlo al vacía desde una montaña rusa, pero que acaba siendo él el que besa el suelo de golpe -y, evidentemente, muere-. Y como Burma es detective -no simple policía de paisano-, y aunque trabaje para el Estado, es curioso tanto como profesional, decide investiga, pues esa muerte, no la del matón, sino la que podría haber sido la suya, no es la primera en esa feria. Y así, el París de los 50 acaba siendo un personaje de la misma envergadura e importancia, sino más, que el mismo detective.
La última historia de Burma realizada por Tardi -hay otras, pero con otros dibujantes, incluso en color, y aunque no dejan de ser obras recomendables, no son lo mismo-, es "¿Huele a muerto o qué?" (2000), quizá la obra con más carga humorística, y el caso más extraño, en el particular mundo de la farándula. Como parece que Tardi decidió abandonar el personaje -aunque nunca se puede saber con certeza, si volverá a él-, la editorial Castelman decidió seguir con él con otros dibujantes, como Moynot y Barral, tanto en blanco y negro como en color. Que yo sepa, no se han traducido estas nuevas aventuras al castellano, pero en Francia han gozado de bastante éxito, y quién sepa francés y pueda viajar al país vecino -o quiera hacer compras por correo al extranjero-, lo pasará realmente bien con los nuevos autores, si, previamente, intenta no recordar demasiado a Tardi.

"¿Huele a muerto o qué?". La última obra de Malet dibujada por Tardi.

Portadas de dos álbumes de las aventuras de Néstor Burma, de Moynot y Barral. Como se ve enseguida, "su" Burma no es muy distinto al dibujado por Tardi.

En segundo lugar, habría que hablar de sus colaboraciones con Jean-Patrick Manchette. Se trataría de un autor de novela negra más actual, con quién Tardi ha tenido contacto directo durante años, y con quién se ha entendido siempre a la perfección. Se trata de unos relatos más sucios, más violentos y sin concesiones, donde se retrata no la ciudad, sino la sociedad, y que, en un futuro, podría volver a dar sus frutos. La primeva vez que trabajarían juntos sería para adaptar al cómic uno de los personajes más antiguos de Manchette -y única ocasión en que sería guionista de cómic-: sería "Griffu", un detective privado -este sí- que decide ayudar a un periodista principiante en el oficio, en la búsqueda de unos misteriosos archivos que podrían involucrar a políticos, policías y grandes empresarios, y que, traerán al atribulado protagonista todo tipo de peligros y golpes -porque, sin duda, Griffu es de los personajes de Tardi que más golpes, y no sólo metafóricos, acaba recibiendo-, lo que, en absoluto, le harán desistir de encontrar la verdad. 

Griffu
La primera obra "negra", de Tardi. El personaje tal vez nos parezca un pobre tipo, pero acabará siendo de lo poco salvable del mundo que el autor representa.

Tras él, vendría "Balada de la Costa Oeste" (2005), o la historia de un joven que consideraríamos "normal", cuando se pierde por un barrio del extrarradio francés -las famosas banlieues- donde la huida no siempre es suficiente, y en ocasiones, también hay que matar para evitar que te maten.

"Balada de la Costa Oeste", o "¿dónde me he metido yo?". Tiros y sangre.

En 2011, aparece "La loca del laberinto", donde otra historia cuanto menos extraña, la de un millonario que contrata a una mujer casi recién salida de una institución psiquiátrica para que cuide de su sobrino, y que tendrá que vérselas, junto al niño que debe cuidad y proteger, con un intento de secuestro para pedir rescate por él. Más o menos por esa época, adaptaría "Cuerpo a tierra", de una obra que Manchette acababa de escribir, y donde, como explicaron ambos autores, no había más que mala gente, y una enorme cantidad de muertos. Más que negro, género negrísimo.

El "modus operandi" de uno de los protagonistas de "Cuerpo a tierra", donde nadie sale indemne de la orgía de muertes que se suceden.

Otras obras noir serían:

 "El secreto del estrangulador" (2006), basada en la novela de Pierre Siniac, en la que se asiste a una serie de asesinatos, donde un misterioso homicida obliga a un joven a participar en ellos -aunque sea como espectador-, y donde la hipnosis tiene una importancia considerable. Quizá la más surrealista de sus obras policíacas, y con un desenlace cuanto menos curioso.

En ocasiones, la historia de "El misterio del estrangulador" parece un juego entre el autor y el lector.

"Juegos para morir" (1992), sobre una novela de Geo-Charles Veran -que escribió nada menos que en 1950, de ahí que los jóvenes de los barrios bajos sean franceses "autóctonos", y que fue, curiosamente, la única del autor, a pesar de los premios y buenas críticas que consiguió con ella-, donde es precisamente eso, la forma en que un grupo -no llegaría ni a banda- de jóvenes de un barrio marginal, sin más futuro que el de morir o malvivir, deciden dar su primer gran golpe: robar joyas en casa de una anciana, tras haberla asesinado. Pero, el entrar en el mundo del crimen, a Veran, y a Tardi, se les antoja relativamente fácil, pero mucho más difícil el escapar, o el salir indemne de él-. Es España, no se publicó  hasta veinte años después que en Francia. Quizá, por considerarse una obra "menor", o porque sus "obras negras" han tenido una acogida más modesta. Y las ventas, son las ventas.

Viñeta de 'Juegos para morir', de Geo-Charles Veran y Tardi
Los aprendices de criminales, tras su víctima indefensa.

Y realmente, "La última guerra" (2011) debería, tal vez, ser incluida en esta lista. Pero prefería añadirla en la dedicada a los cómics de la I Guerra Mundial, pues, en realidad, el oscuro retrato de la posguerra, en los años 20, no deja de ser una especie de epílogo de la gran carnicería de hace un siglo.


Entrando en otras actividades. Ilustración, guión y novela.

Aunque sea de forma resumida, no estaría de más hablar de algunas otras actividades profesionales en las que ha trabajado Tardi.
En primer lugar, resulta curioso que, siendo sobretodo dibujante, haya sido también guionista, confiando el dibujo a otro autor. En parte, es por la falta de tiempo -los encargos e ideas propias se le amontonan-, pero también por considerar que, según que historias, necesitarían un autor distinto para ser plasmadas en papel. Es el caso de "El viaje de Alphonse" (2003), que contó con dibujo de Antoine Leconte, y creado más para un público infantil-adolescente que adulto. En este caso, narra la historia de dos hermanos que son enviados por su tío desde una Tierra agonizante por la contaminación, al espacio más allá del Sistema Solar, en busca de nuevos mundos para la humanidad.

"Los viajes de Alphonse" fueron la oportunidad de Tardi para dirigirse al público infantil. Pero su estilo no es, precisamente, muy atractivo para los niños, así que no dudó en contar con un ilustrador con un dibujo completamente distinto al suyo, como es Antoine Leconte.

Ha ilustrado varios libros, sobretodo del escritor francés Louis-Ferdinand Céline, como "Viaje al final de la noche" (1988; libro que le inspiraría a la hora de dibujar la Gran Guerra, donde Céline luchó), "Casse-pipe" (1989) o "Muerte a crédito" (1991), todas con la editorial Futurópolis. También sería ilustrador de obras más "populares", como algunas novelas de Jules Verne.

Una de las siniestras ilustraciones para "Viaje al final de la noche". La guerra, la muerte, el patriotismo manchado de sangre, forman parte de la obra de Céline, pero también de Tardi. Ambos, pues, se complementan.

También escribió una novela: "Rue de rebuts", donde es, como no, autor de la portada e ilustraciones interiores. Poco conocida, es la historia de un París posterior a la Gran Guerra -como no-, en lo que más adelante serían conocidos como "los suburbios", pero en aquella época, todavía no había una unión física total con la París de las luces.

  

    Tardi
La portada y una ilustración de la novela. "Calle de la chatarra, o desperdicios", se podría traducir.

Y hasta aquí, las entradas dedicadas a Jacques Tardi, más de lo que imaginé. Aunque, muy probablemente, no sólo me he dejado mucho que decir, sino que, en poco tiempo, habrá nuevos trabajos suyos en el mercado.

Books - Tardi, Jacques - Quand Paris dansait avec Marianne
Y por último, otro ejemplo de ilustración, de una obra histórica de Burollet: "Cuando París bailó con Marianne" sobre, como se puede ver, la Revolución Francesa, y el nacimiento de la mítica -y mitificada- I República.


Otro ejemplo de trabajo de ilustración: el cartel para la obra de teatro "Sodoma y Virginia", de Daniel Prevost.

No hay comentarios:

Publicar un comentario