jueves, 16 de julio de 2015

Alberto Lynch: Descubrimiento -por mi parte- de un injustamente olvidado pintor peruano del siglo XX.

Otro caso de artista recluido en el olvido, tras el paso del tiempo y las modas.


Un poco por casualidad -blogs de arte, de cultura general, historia, o lo que sea- descubrí la existencia de este artista peruano, del que reconozco no haber oído hablar en mi vida. Por lo visto, en el último cuarto del siglo XIX, y principios del siglo XX, fue un pintor no sólo conocido, y seguido, en su país, sino que también logró hacerse un hueco, aunque fuera pequeño, en lo que muy probablemente era una las capitales de la pintura mundial, junto a Londres y quizá Viena: París.
Poco se sabe de su vida privada, de su carácter, o de sus influencias artísticas, más allá de lo que pueda adivinarse estudiando su obra que, por lo demás, no era ni monotemática, ni monoestilística, si es que existe dicha palabra -me temo que no-. Lynch fue aprendiendo, descubriendo y probando, haciendo que, entre sus cuadros, se pueda encontrar, si no un poco de todo, sí una variedad de temas, y un deseo de probar con tal o cual corriente que pudo conocer, en América y Europa. En realidad, por saberse, ni tan siquiera se sabe exactamente ni donde nació, ni cuando murió. Tanto la wikipedia, como el "Diccionario Bénezit" -uno de los más célebres diccionarios de pintores y escultores-, dan por probado -o, al menos, como casi seguro- que nació en la ciudad peruana de Trujillo, en 1851, y que murió en Mónaco, medio retirado -aunque, por lo visto, no del todo-, en 1912. Sin embargo, en diversos libros, en artículos en periódicos o revistas de arte -más o menos actuales, más o menos antiguos- llegaron a afirmar que murió en 1932, o incluso en 1936. Y esto, no deja de ser curioso -y casi, misterioso-, pues Lynch no era un pintor aficionado o semi-desconocido, y resulta como mínimo extraño que se le añadan, por decirlo así, veinte o hasta veinticuatro años más de vida -¡ya le habría gustado a él, el haberlos vivido-, pero sin tener ni idea de lo que fue, ni su existencia, digamos, privada, ni tampoco de su obra que, o paró en seco -o sea, que sí que estuvo retirado, o definitivamente enfermo, hasta el día de su muerte-, o está, más que olvidada, completamente oculta o perdida. Así pues, se puede considerar 1912 como el día de su fallecimiento, mientras no se demuestre lo contrario.

"La carta", que llegó a ser uno de sus retratos más famosos y reconocibles.

"Joven bella con flores". En no pocos retratos, las flores acompañan a las mujeres retratadas, como un elemento más de feminidad y elegancia natural.

"Retrato de una dama elegante", otro de sus cuadros más conocidos. Lynch expuso en la Exposición Universal de 1900, lo que significa que alcanzó una fama y reconocimiento de sus colegas artistas considerable.

Se sabe, eso sí, que se estableció en París en 1878, con unos veintisiete años, después de un periodo de aprendizaje y práctica, y de hacerse un nombre en su país. Se dice que estudió allá en la Escuela de Bellas Artes, y que trabajó en talleres de pintores como el paisajista Henri Lehmann, conocido como un buen retratista de su época -aunque a veces se le describe como paisajista-, o Jules Noël, especializado, este último, en pintar barcos, playas, y ciudades costeras, o Gabriel Ferrier -experto, este, en retratos femeninos, incluidas niñas, y jóvenes de intrincados peinados, y quizá el más interesante de los tres-. Desde 1890 expuso en el Salón de Artistas Franceses, consiguiendo un tercer puesto en ese mismo año, y el primero en 1892, lo que no era poco.
En 1900 pudo participar, como otros artistas extranjeros -si bien él, muy probablemente, fue considerado un "asimilado", como Picasso, Mucha y otros muchos- en la Exposición Universal, donde ganó la medalla de oro, junto al húngaro Philip de László. En 1901, recibió, incluso, el título de oficial de la Legión de Honor. Todo esto resulta cuanto menos curioso, pues alguien que consigue todos esos galardones no puede ser, evidentemente, ni un mediocre, ni alguien que consigue un solitario premio casi por casualidad. Su olvido, pues, no deja de llamar la atención. Quizá, en su país se perdió su recuerdo porque pasó mucho tiempo en el extranjero, y en Francia, porque los artistas patrios, con más nombre, fama y obras universalmente conocidas, dejan en un segundo plano a otros muchos pintores, la mayoría -dudo que sea por chovinismo o xenofobia- franceses, aunque también "inmigrantes artísticos".
Como otros autores de principios de siglo, en que el dibujo, o más bien la ilustración y el cartelismo empezaron a tener cada vez más importancia, él también ilustró libros de varios escritores franceses, y no autores cualquiera: "La dama de las camelias", de Dumas, y "Papá Goriot", de Balzac, o "La Parisienne" de H. Becque.

Una ilustración de Lynch, representando a Juana de Arco, para la revista ilustrada Figaro. El peruano no sólo ilustró libros de autores franceses, clásicos o contemporáneos suyos, sino que también trabajó para revistas de la época, donde las ilustraciones artísticas eran muy habituales.

Una ilustración para "La dama de las camelias", de A. Dumas.

¿Cómo y qué pintaba? Básicamente, pintó acuarela y gouache -la acuarela, ya lo dije en alguna ocasión, empezó a ponerse cada vez más de moda a partir de finales del siglo XIX, y si bien parecía tener buena aceptación sobre todo en Gran Bretaña, en Francia y el resto del continente también tuvo una gran época-, y raramente al óleo, que hasta mediados del XIX, era lo más normal. En las pocas webs en que he podido leer algo de él, siempre se destaca que no pertenecía a un estilo, corriente o escuela pre-determinadas, sino que fue aprendiendo y dejándose influir un poco por todas. Lo mismo hacía retratos -sobretodo de mujeres, bellas pero no tan etéreas como las prerrafaelitas; las suyas eran bonitas, dulces, pero tambien "carnales", reales-, como paisajes. Vivió en el París anterior a la I Guerra Mundial, así que el espíritu de la Belle Époque, de la alegría de vivir y la confianza de un mundo que caminaba unido a la modernidad y la paz -¡qué inocencia!, ¡qué poco faltaba, para que los pueblos descubrieran que todo aquello no era más que un sueño tan bello como etéreo!-, y el estilo reinante en la Francia de la época: el modernismo, o Art Déco, pero también por el llamado Neoacademicismo, o canto de cisne de la pintura académica, que a pesar de su nombre, no dejó nunca de reinventarse.

"Frescas del jardín", en referencia a las flores, junto a damas, jardines inacabables y jarrones enormes. Si es modernismo o neoacademicismo, es difícil de decir. Posiblemente, el ejemplo de la diversidad y mezcla cultural y artística de una época ya finita. Lamentablemente.

"Mujeres tomando el té". Un ejemplo parecido, de escena grupal. Con menos flores, y más vida social. Como casi cualquiera otra de sus obras, no resulta posible -o es difícil, aproximado- saber cuando fueron realmente pintadas, o finalizadas, pero al ser un artista que no vivió demasiado, y haber conseguido fama en una época muy determinada -finales del XIX, primera década del XX-, es fácil imaginar cuando se realizaron unas u otras.

Gran parte de la información la encontré en la wikipedia, pero también muchas imágenes en la web "Pintores latinoamericanos", donde se puede encontrar una larguísima y fascinante lista de docenas de pintores latinoamericanos de todas las épocas.

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