martes, 19 de enero de 2016

Los prerrafaelitas (XXIX): el lenguaje secreto de las flores de la Época Victoriana, y el prerrafaelismo.

La forma en que los prerrafaelitas utilizaron el lenguaje floral de su época para comunicar. O simplemente para adornar sus obras.


En lugar de hablar de autores, hacerlo de sus obras, o de los detalles que se ven en ellas.



En este caso, debo decir que me he basado, y no poco, en un artículo de la web de temática artística "Hyperallergic" -para quien quiera entrar en ella, pongo aquí un enlace-, escrito por Allison Meier, en que se hablaba, al mismo tiempo, del lenguaje secreto de las flores de los tiempos victorianos -en realidad, no tan secreto, si ha llegado hasta hoy en día sin problemas, y si en su época era relativamente conocido-, y de cómo los artistas prerrafaelitas lo utilizaron en sus obras. En ocasiones, de forma clara, como parte de la historia que querían contar. En otras, como un detalle secundario, pero con sentido propio. Y en ocasiones, quizá, resulta difícil descubrir qué pinta tal o cual flor porque, simplemente, el autor le apetecía pintarla, sin más. Así pues, lo que parecen ser, simplemente, un embellecimiento floral, puede ser, también, un código que hay que saber leer, como mucha gente sabía hacer, cuando los artistas presentaban sus obras en público.
Aquí, pues, algunas flores, con un ejemplo de cuadro en que es retratada cada una de ellas, y el significado que tienen, y el sentido que podrían tener -no por fuerza- en la obra de la que forman parte:

"Canción de amor", de Edward Burne-Jones, donde las flores son tantas, que muy bien podrían ser, básicamente, representación de la belleza, más que querer transmitir un sólo código en particular.


Amapola:

Dante Gabriel Rossetti y Henry Treffry Dunn, "Lady Lilith" (1867), de la acuarela y gouache sobre papel, 20 x 16.3 17 16.5 pulg. (Cortesía del Museo Metropolitano de Arte, el Fondo de Rogers, 1908)
La acuarela "Lady Lilith" (1867), de Dante Gabriel Rossetti.

En la esquina inferior del cuadro, en un vaso, se ve una amapola, que lo mismo puede significar imaginación y sueño eterno -¿la muerte?-, como el placer. Rossetti también escribió un soneto, pues también fue poeta, que acompañó al cuadro durante su presentación en público, donde se decía que la rosa -amor, en su sentido más amplio- y la amapola eran las flores preferidas de la joven retratada.
Otros significados podrían ser:  el reposo -que no tendría por qué ser sinónimo de sueño-, y la tranquilidad, aunque Rossetti, seguramente, pensaba más en el placer y el amor que en la calma.




Vellorita, prímula, o flor de primavera:

Edwin Long, "Las Hijas de Nuestra Empire Inglaterra. La primavera" (1887), óleo sobre lienzo (a través de Yale Center for British Art)
"Las hijas de nuestro imperio: Inglaterra. La flor de primavera/ prímula" (1887), de Edwin Long. No se trataría, realmente, de un prerrafaelita, pero sí de un contemporáneo suyo, pues era un academicista tanto de temática bíblica, como orientalista, pero aquí usa la prímula -primrose, en inglés- para transmitir algo más que un simple adorno flora.

El significado varía según el color, pero cuando es amarilla, como en el cuadro de Long, simboliza la juventud, y el amor joven en particular. De ahí que el autor la utilice, simbolizando tanto la juventud de la muchacha, como la que, se supone, tenía la Inglaterra que ella personifica, que en aquellos tiempos, se había convertido, formando parte de la Gran Bretaña -pero con más peso que el resto de naciones británicas- en la gran superpotencia mundial de la época.


Narciso:

Dante Gabriel Rossetti, "Veronica Veronese" (1872), óleo sobre lienzo (vía Wikimedia)
"Veronica Veronese" (1872), también de Dante Gabriel Rossetti. Se trata de un óleo sobre lienzo.

Los narcisos -en la parte inferior a la derecha, de color amarillo- podrían representar el amor no correspondido -un tema que resultaba especialmente atractivo para los pintores del XIX, y no sólo para los reconocidos como románticos-. También a la caballería -la protagonista sería una joven de tiempos renacentistas, o tardomedievales, y la pintura tiene influencias de la Veneciana de aquellos tiempos, o no muy posteriores; el que hubiera algún caballero en la mente de la chica es algo fácil de suponer-. Otra flor, la manzanilla, que se encuentra en la jaula del pájaro -en la parte superior, a la izquierda-, vendría a significar, dando explicación completa a la situación personal de la protagonista, la capacidad de levantarse y resistir ante la adversidad.


Flor del manzano:

Otra vez Rossetti -con toda seguridad, uno de los pintores que más y mejor conocía y usaba el lenguaje floral de la época-: "Una visión de Fiammetta", de 1878.

La flor de la manzana, o del manzano, podría significar buena fortuna, o la promesa -o deseo- de que el futuro traiga mejores cosas que el presente. Rossetti utiliza a la protagonista de un poema del renacentista italiano Giovanni Boccaccio, que conocía bien, rodeada de esas flores en particular. El escritor le daba este nombre, "llamita o pequeña llama", en italiano, a una musa cuyo nombre real -pues sí que se sabe de su existencia- no se conoce. Con toda seguridad, un amor imposible. De ahí la flor del manzano: Boccaccio seguramente esperaba que, algún día, que no llegó, la Fiammetta de sus sueños acabara siendo su amor correspondido.


Margaritas:

John Everett Millais, "Ophelia" (1851), óleo sobre lienzo (a través de la Tate Britain)
La Ofelia de John Everett Millais (1852), fue, quizá, la primera gran obra del prerrafaelismo, y una de las más conocidas y representativas -también hoy en día-. La muerte de la protagonista, acogida, más que engullida, por la naturaleza.

Al pintar a la Ofelia de "Hamlet", de Shakespeare, quiso que el marco que rodeaba a la desgraciada protagonista fuera un mar de flores, como si adornaran una tumba formada por el río, y la naturaleza al completo, y donde las margaritas tendrían un peso principal, que lo mismo simbolizaban la inocencia y la pureza, como algún tipo de despedida -la que ella al mundo, o la que, inconscienteente, el espectador querría darle a ella, al estar a punto de abandonarlo, como si no fuéramos a verla más.





Flor de espino:

"La seducción de Merlín" (1874), de Edward Burne-Jones, donde el mago parece engullido por las interminables y floridas ramas de espino, aparentemente inmunes a su magia.

El espino, o más bien la flor del espino, simbolizaba la esperanza, pero también era considerado un amuleto contra la magia, blanca o negra. Burne-Jones lo usa, precisamente, para representar eso. Como el arma que usa la Dama del Lago para hacerlo suyo, sabiendo que su magia es contrarrestada por la abundancia de flor de espino.




Rosas:

Tambien de Rossetti, la sanguina "Jane Morris; un estudio para 'Mariana'".

En aquella época, como en esta, la rosa es símbolo de amor. De todo tipo de amor, dependiendo siempre del color: desde el blanco de la pureza -o inocencia-, hasta el burdeos de la adoración inconsciente, lo que sería el amor imposible, contraproducente. En el florero del estudio de Rossetti, pues no se trata de un cuadro para exponer, sino de un primer intento, en sanguina, son de color rosa. Rojo sería, principalmente, amor pasional, incluso sexual. El rosa se usaba para agradecer un favor importante: el que Jane Morris hizo a Rossetti al hacerle de modelo, muy probablemente.







Flor del azafrán:

William Blake Richmond, "Venus y Anquises" (1889-90), óleo sobre lienzo (a través de Walker Art Gallery)
"Venus y Anquises" (1890), de William Blake Richmond. Fue un pintor y decorador de corte academicista, con gran influencia del arte clásico y renacentista, que pudo admirar y conocer en persona durante su viaje de juventud por Italia. 

La flor de azafrán simboliza la alegría en general, y la de la juventud -por lo que viven en esa época de la vida, y por lo que todavía les queda por vivir- en particular. Por eso, William Blake Richmond incluye esa flor como protagonista vegetal entre las flores de primavera que rodean a Venus, la Afrodita griega, y a Anquises, padre del también troyano Eneas, "padre" del pueblo romano.



Madreselva:
Dante Gabriel Rossetti, "Venus Verticordia" (1868), óleo sobre lienzo (vía Wikimedia)
Dante Gabriel Rossetti, y su "Venus Verticordia" (1868).

Tras la diosa del amor, el matrimonio, pero también del goce sexual, Venus-Afrodita, se ven gran cantidad de rosas -flor del amor y del deseo-, mientras que en primer plano, en la parte inferior, se observa la madreselva, representando la dulzura y el vínculo del amor entre dos personas. Una y otra flor, son, o podrían ser, perfectamente complementarias.



Acónito venenoso:

Por último, de nuevo Dante G. Rosseti: "Ghirlandata", de 1873.

El acónito venenoso, con sus flores azules, representa una alerta ante un peligro que puede aparecer en cualquier momento. Aquí, se encuentra a los pies del arpa de la joven, rematado con la madreselva, seductora en su dulzura, y las rosas, que simbolizan el amor en sentido amplio. Rossetti, en su "Ghirlandata" debía querer, pues, representar una mezcla de sentimientos que se pueden encontrar, al tiempo, a lo largo de la vida. Todo, en un solo cuadro.

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