sábado, 30 de enero de 2016

Los prerrafaelitas (XXX): Philip Hermógenes Calderón; influencias sobre un británico de orígenes latinos.

Sin ser considerado un auténtico prerrafaelita, recibió su influencia desde que llegó a Gran Bretaña.


Francés de origen español, británico de adopción, influencias prerrafaelitas, y con su propia hermandad artística.

Estamos aquí ante un personaje un tanto curioso, poco conocido fuera de Gran Bretaña, apenas fuera de ella, que nunca fue lo que se diría un artista de primer orden, pero que consiguió hacerse un hueco, artístico y económico -de algo había que vivir- en el panorama pictórico de su país de adopción. No se le puede considerar un prerrafaelita principal, entre otras cosas, porque si bien parte de su obra lo es, más adelante pasaría a ser un pintor historicista y, sobretodo, buen retratista, que es lo que daba más dinero, cuando los grandes cuadros -por temática, tamaño, esfuerzo- no conseguían el reconocimiento suficiente.
Philip Hermógenes Calderón, para empezar, destaca por su nombre. Casi por fuerza, debería tener orígenes españoles, o al menos, hispanos, y así fue. Nació en 1833 en Poitiers, en Francia, hijo de Juan Calderón, que ya de por sí era todo un personaje, y de una vasca francesa. Juan Calderón fue un ex-fraile franciscano, además de gramático y experto en la vida y obra de Cervantes, que vio cambiar su forma de ver el mundo tras conocer la obra de los enciclopedistas franceses, y conocer el deísmo, o sea, el creer en Dios sin necesidad de religion de por medio. Aprendió francés, y a pesar de haber luchado en la Guerra de la Independencia contra el invasor, precisamente, de Francia, y de haber participado en la vida política de la Junta de Cádiz -un gobierno alternativo al de José Bonaparte, rey impuesto por Napoleón-, el autoritarismo -más bien tiranía- de Fernando VII, y el haber sufrido al menos un atentado por sus ideas liberales, hizo emigrara, precisamente, al pais que años antes combatió. En 1823, tras ese atentado, fue al país vecino, abandonó los hábitos, trabajó de zapatero, se casó con una francesa de origen vasco, se combirtió al protestantismo, y tuvo un único hijo: el pintor del que aquí se habla. Más tarde, decidió marchar a Gran Bretaña, donde fue bien conocido por los exiliados españoles, y donde formó parte de la iglesia anglicana, además de estudiar y publicar distintas obras basadas en El Quijote, y la vida y textos de Cervantes.
Con un padre así, es normal que Philip H. Calderón no tuviera problemas en integrarse en un país que no era el suyo ni de nacimiento, ni de origen, porque estaba acostumbrado a la diversidad de lenguas e influencias culturales.


"Promesas rotas", de 1856, fue pintada por Calderón en tiempos en que los miembros fundadores de la Hermandad estaban iniciando su revolución, todavía como alumnos, en la Royal Academy. Calderón no estudió allá, pero los conocía, aceptó sus influencias y sus nuevos puntos de vista enseguida, y pintó a esta joven que acaba de descubrir que su prometido le es infiel dando tanta importancia al reflejar de forma realista y bella la naturaleza, como lo que ella debió sentir en caso de haber existido realmente.

A Spanish Lady
"Una dama española" (1855). Mucho o poco, Calderón no debió olvidar su origen español. Su padre fue un poco de todo: religioso, político, defensor del estado liberal, intelectual y estudioso de Cervantes y su obra. Por fuerza, tuvo que hablar a su hijo no sólo de su vida y aventuras, sino también de su país.

The Queen of the Tournament
"La reina del torneo" (1874), es uno de sus cuadros de temática histórica. O al menos, ambientado en un momento histórico, la Baja Edad Media, muy anterior a su época.

File:Philip Hermogenes Calderon - Ruth and Naomi.jpg
"Ruth y Noemí" (1886). En principio, sería un cuadro de temática bíblica, pero quizá sea algo más. Simeon Solomon también trató el tema, dando por sentado que la relación de ambas mujeres era algo más que amistad y camaradería. Más bien, un amor lésbico sólo parcialmente oculto, posteriormente, por la iglesia.

Empezó estudiando ingeniería -al contrario que muchos contemporáneos suyos, que comenzaron con la pintura desde la adolescencia o, incluso, la infancia-, pero pronto se dio cuenta que aquello no era lo suyo, y tras interesarse por diagramas, y por dibujar figuras técnicas, acabó dedicándose al arte. Desde un primer momento se dejó influir por los prerrafaelitas, que eran más o menos de su edad, sobretodo por Millais, aunque le dio, tal vez, más importancia al detalle que a la luz, aunque su obra, en principio, aunque tuviera su personalidad propia, no dejaba de ser, básicamente, prerrafaelita de la primera hornada, de los que empezaron con el movimiento en las décadas de los 60 y 70 del XIX.
Una vez que encontró su propio estilo -colores profundos, formas lo más realistas posibles- formó, incluso, su propia hermandad, la llamada Pandilla del Bosque de San Juan -St. John's Wood Clique, en su versión original en inglés de la época-, donde sus miembros eran, como él, jóvenes interesados por temáticas más modernas -lo mismo mitología, temática histórica, literaria, pero también bíblica, aunque a su manera-, y, sin ser revolucionarios, si que deseaban ir más allá de la pintura clásica académica.
Él también entró en la Royal Academy, como tantos otros, en 1864, con más de treinta años. Por tanto, no lo hizo como un adolescente que deseaba aprender, o dejarse influir por futuros "hermanos mayores". Había acudido a academias, sí, pero a otras: la de Leigh en Londres, y la de Picot (1851) en París, pues él, al fin y al cabo, era francés, y hablaba perfectamente dicha lengua. Él formó parte de la Royal como asociado -socio adulto, "formado"-, y no llegó a miembro de pleno derecho y reconocimiento hasta 1867, siendo, para la época, un hombre ya adulto y casi maduro. Veinte años después, logró, incluso, ser bibliotecario de la misma, tener peso en la sociedad,y fomentar el aprendizaje y práctica del dibujo de figuras humanas -sobretodo femeninas- o medio de modelos, si llegaba el caso, desnudas. Aquello, en Francia, ya iba siendo relativamente habitual, pero la Gran bretaña Victoriana era más conservadora -sobretodo en cuestiones sexuales, aunque fuera de forma lejana, o referentes al cuerpo humano, y más el femenino, si estaba desnudo-. Aquello significaba que, aún no siendo considerado como un artista principal, sí que logró ganarse la confianza y aprecio de los miembros de la academia. Se hizo, por tanto, un hueco como pintor no sólo fuera, sino también dentro de la comunidad artística.


"El gran acto de renuncia de Santa Isabel de Hungría", fue bendecido por la crítica en general, y le ayudó a ganar algún premio, pero una parte de la iglesia católica de Gran Bretaña, y algunos fieles también, consideraron que era una pintura casi blasfema, o al menos, anticatólica. La historia del padre de Calderón, ex-monje católico converso al protestantismo, debió influir también en esa apreciación. Santa Isabel de Hungría era la viuda de un noble alemán, que siempre estuvo de acuerdo en la generosidad de su esposa con los más pobres. Muerto él por la peste -la plaga, se decía-, se dedicó todavía más al rezo, pero sobretodo a la caridad, muriendo con apenas veinticuatro años. Entre católicos de toda Europa, tuvo durante siglos gran fama y culto, y ciertas representaciones de ella no hicieron gracia, como esta, aunque Calderón nunca demostró que fuera anticatólico.


"Los huérfanos", en una etapa más realista.


Su famosa "Julieta" (1888). Aquí, no es protagonista de una escena de amor, sino que está en estado pensativo. Muy probablemente, con su amado Romeo en mente.

Respecto a si se le podría considerar o no un auténtico prerrafaelita, realmente, no es un ejemplo claro, pero en principio recibió claramente su influencia, y él nunca las negó. Más bien al contrario. "Mañana" (1884), o su "Julieta"  -de Shakespeare- (1888), mirando las estrellas desde su balcón, tal vez sería uno de sus ejemplos más claros influidos por dicha corriente, si bien estas era obras relativamente tardías, pues alguna como "Ríos de Babilonia", quizá su primer cuadro mínimamente conocido, data de 1852. Más adelante, pasaría a ser un gran retratista -de personajes contemporáneos y buena posición económica, que eran los que le permitían vivir desahogadamente-, y un autor más clásico. Pero aquella evolución, a medida que él se hacía mayor, era algo habitual también en otros prerrafaelitas, como Edward Poynter. o Frederic Leighton, que llegó, incluso, a presidente de la Royal Academy. Y que un prerrafaelita, ya "domesticado" por el mercado, el tiempo, las influencias, y su propio carácter, llegara a presidirla, era señal de que el movimiento, desde luego, estaba vivo, pero que al tiempo, había sido absorbido, asimilado, por lo que ahora se llamaría el establishment artístico. 
Al contrario que su padre, un converso, él, que parece que fue protestante toda su vida, o al menos, su vida adulta, no destacó por su anticatolicismo, aunque hubo algunos críticos y clérigos que vieron algo así en uno de sus cuadros, "El gran acto de renuncia de Santa Isabel de Hungría", a pesar de ganar el premio Chantrey.
Una parte de su obra se guarda todavía en la Galería Tate de Londres, y otra, en el museo de arte de Hamburgo, en Alemania. Murió en Londres, ciudad donde vivió desde que llegó desde Francia, en 1898, y en la que está enterrado.
Y si Calderón era hijo de un heterodoxo exiliado, la generación siguiente a la suya dentro de su familia seguiría en el mundo del arte, pues su hijo, William Frank Calderón, también sería pintor, aunque menos conocido que su padre. 


Más adelante, quizá se hable algo sobre su hijo, y sus compañeros de hermandad.

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