jueves, 4 de febrero de 2016

Los prerrafaelitas (XXXI): Frank Bernard Dicksee, ¿el último de los prerrafaelitas, si realmente lo fue?

Aunque perteneció a una generación posterior a los primeros prerrafaelitas, en él todavía se notaba su influencia.



Dicksee, pintor victoriano cuya carrera prosiguió hasta pasada esa época, y en el que las influencias del movimiento todavía se dejaban ver.

En muchas ocasiones, la costumbre de etiquetar -no sólo artistas o cuadros, sino cualquier tipo de individuo o grupo de ellos, o cualquier obra que pudieran haber realizado- se vuelve un tanto difícil, y más que aclarar, podría llevar, si no a engaños, sí a confusiones. En el caso de los prerrafaelitas, hay una lista, relativamente larga, pero no enorme, de pintores -aquí dejo aparte a escultores o poetas- que sí pueden ser considerados como parte íntegra y principal del movimiento, más algunas figuras menores, pero que también podrían ser incluidos como tales. Aparte de la "Santísima Trinidad" original, de Millais, Rossetti y Holman Hunt, y de Alma-Tadema -si bien este sería una mezcla de prerrafaelita y neoclásico-, los dos Leighton, Poynter, Solomon y poco más -aparte de algunos pintores "menores"-, el resto son un tanto dudosos, cuando no artistas que, o bien recibieron clara influencia de ellos, pero que no por eso tendrían que ser parte del movimiento, o influyeron en la corriente, y llegaron a retroalimentarse -Madox Fox, sería un caso claro-, o bien comenzaron siendo prerrafaelitas, pero dejaron de serlo pronto, por ser éste un movimiento que ya estaba empezando a estar pasado de moda.
El caso de Francis -o Frank- B. Dicksee sería quizá el primero de estos tres casos: ni influyó a la corriente, ni era un contemporáneo que recibió influencia, aunque con una personalidad artística distinta. Directamente, fue heredero de la Hermandad y sus seguidores, pues él ya pertenecía a una generación posterior, pues nació en Londres ya en 1853. Cuando él era un niño, los prerrafaelitas originales ya habían iniciado su revolución de jóvenes airados, y cuando Dicksee ya era un pintor adulto y con técnica suficiente como para ganarse bien la vida, pasada la década de 1880, el resto ya tenían una edad avanzada para la época. Finalmente, cuando la mayoría de los prerrafaelitas auténticos ya estaban muertos, él todavía tenía bastante vida y trabajo por delante, pues falleció en 1928, cuando los revolucionarios originales en su mayoría, o no llegaron al siglo XX, o apenas pudieron conocer sus primeros años.

"Las dos coronas" (1900), es una de las obras más conocidas de la Galería de Arte Tate. El título hace referencia al monarca victorioso que entra en su capital con armadura y corona doradas, que le corresponden por su condición de rey, y que observa otra corona, la de espinas, que lleva sobre su cabeza la talla de Cristo, que él mira de reojo, quizá pensando cual de las dos coronas tiene más valor, y quién llevó la suya con más dignidad.

"El funeral de un vikingo" (1893), una obra historicista, que no se basaba en un hecho en particular, sino que representaba una parte de la sociedad vikinga, que en el siglo XIX, tanto en Escandinavia como en las Islas Británicas, estaba empezando a ser estudiada y re-descubierta.

"Amanecer" (1897), una pintura alegórica, donde el amanecer representado por la joven, y la figura vestida de negro, más bien parecen recordar el comienzo y el fin de la vida.

Se le considera un pintor victoriano, además de dibujante -o sea, ilustrador-, pues la época Victoriana acabó con la muerte de la reina que le dio nombre, en 1901, así que Dicksee vivió bajo el reinado de la soberana durante casi medio siglo. Su padre, Thomas, que era pintor profesional, enseñó su oficio a sus tres hijos -Franck, Herbert y Margaret- lo mejor que pudo, y en el caso del primero, no sólo demostró ser buen alumno, sino que tenía suficiente habilidad como para poder ingresar en la Royal Academy en 1870, donde destacó muy pronto. Hay que tener en cuenta, sin embargo, que una cosa era ingresar en la academia como aprendiz, como alumno -o sea, para aprender y desarrollarse como artista- y otra como socio, o sea, como pintor ya consagrado. Eso, Dicksee lo consiguió bastante más tarde, en 1891 -aunque aún no tenía cuarenta años; era pues, un hombre adulto, pero no maduro-, llegando, incluso, a ser elegido presidente de la misma en 1924, cuando ya era un personaje famoso y reconocido a nivel nacional. En aquellos últimos años de su vida, ya prácticamente retirado de la pintura, consiguió, además, reconocimiento público al ser nombrado caballero -o sea, sir-, por el rey Jorge V -el monarca de la I Guerra Mundial, para entendernos- en 1925, y dos años después, y sólo uno antes de su muerte, entró como miembro de la Real Orden Victoriana, una orden de caballería que sólo recibían muy pocos individuos, que habían realizado servicios personales al monarca y su familia.


"Leila" (1892), sería una obra orientalista, también conocida como "Pasión". Muy probablemente, lo que deseaba el autor, es pintar una mujer de origen exótico, tanto por la época -¿la Antigüedad?- como por la lejanía geográfica.

"Retrato de Elsa, la hija de William Hall", es uno de sus retratos de mujeres "reales" más conocidos y logrados.

"Romeo y Julieta". Es uno de los cuadros dedicados a la literaria pareja, y no se sabe cuándo debió pintarlo, pero debió ser en los años veinte.

¿Y qué es, lo que más pintaba Dicksee? En general, su obra se podría dividir en dos partes. La primera, y la que le repercutió mayor beneficio económico, además de amistades en las altas esferas, fue la de pintor de retratos femeninos de mujeres de origen social elevado, y contemporáneas suyas. Hoy en día, y aunque el retrato femenino casi siempre ha tenido mejor suerte que el masculino a la hora de ser recordado muchos años después de haber sido realizados -a no ser que se trate de reyes, o de militares y políticos de primer orden-, no es la parte de la obra de Dicksee que ha pasado a la posteridad como más representativo de su arte. Esta sería la que Dicksee dedicó a escenas de temática literaria, histórica o legendaria y mítica. Muy probablemente, aunque le pudiera repercutir menos ganancia económica, fueron las obras que le ayudaron a hacerse un nombre entre los críticos, otros pintores, y finalmente, le ayudaron a escalar en la Royal Academy, aunque también allá, al fin y al cabo un organismo clasista -como lo era la época que le tocó vivir a Dicksee-, el ser no sólo conocido y reconocido, sino también muy buscado por las grandes familias para que retratara a sus mujeres, debió ayudarle a no ser un simple miembro más. Lo que sí es cierto es que sus obras eran de temática variada, pues si tenía interés por alguna época histórica, leyenda u obra literaria, no siempre se reducía a pasar al lienzo un hecho o imagen que se daba por real -en el tema histórico-, o ya contado por el autor original -literario- o por otros pintores -caso de muchos mitos y leyendas, que durante décadas, o incluso siglos, habían sido representados una y otra vez-, sino que él imaginaba escenas nuevas, propias, relacionadas con las que otros pudieran pintar antes, pero originales suyas. Pero en su segunda etapa, vio que las escenas medievales podían ser un disfrute, a la hora de pintarlas, pero que era otro tipo de trabajos, el del retrato por encargo, el que más dinero daba, así que, sin dejar lo primero, se dedicó mucho más a lo segundo, teniendo más facilidad e interés por las mujeres, aunque también retrató personajes masculinos. Al fin y al cabo, además de un artista, era un profesional.
Los críticos contemporáneos suyos -al menos, los de su primera época, la auténticamente Victoriana- reconocían que tenía una gran técnica, y que podía resultar espectacular, pero no acabaron nunca de considerarlo un maestro de primer orden. Pensaban que sabía representar muy bien la luz y el color, pero a veces caía en cierta cursilería. Una de sus obras más conocidas, "El entierro de un vikingo" (1893), fue la que más fama le dio en su momento.



"La Belle Dame sans Merci", basado en una obra del poeta John Keats. Temática medieval, o algo más. En su momento, la consideraron algo cursi, tal vez con razón, pero no deja de ser una de sus obras más conocidas y recordadas.


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