viernes, 16 de febrero de 2018

Los prerrafaelitas (anexo XVI). Los temas (y 7, después de haber acabado en el 6: El jarrón de albahaca de Isabel.

Como ciertas cosas no acaban del todo nunca, vuelvo a la temática de las obras del prerrafaelismo.


Boccaccio, Keats, y finalmente, atención de los prerrafaelitas.

Hace lo que a primera vista me parecería mil años, acabé la larguísima serie dedicada a los prerrafaelitas. Sin embargo, me saqué de la manga la posibilidad de ir añadiendo entradas nuevas sobre personajes o temas que pudiera ir encontrando dentro o fuera de la red. Y este es un caso, tratándose de uno de los temas del prerrafaelismo que más interesó y atrajo, por lo menos, a los primeros prerrafaelitas, entiendo como tales a la ya conocida -por mí, al menos- "Santísima Trinidad" del movimiento: Holman Hunt, Millais y Rossetti.
Ya se ha visto que estos y otros artistas del movimiento tuvieron especial atracción por personajes mitológicos y, sobretodo, literarios o legendarios femeninos que, antes que ellos, no es que fueran especialmente tenidos en cuenta por los artistas plásticos. Caso de la Dame sans merci, la dama de Shalott, Ofelia, etc. A ellas podría unirse otra, como quién dice, recién descubierta por mí: Isabel, o Isabella -en italiano- y su jarrón de albahaca.
Quizá primero habría que explicar, aunque fuera sucintamente, la historia de la tal Isabel, y su importancia literaria antes de que los prerrafaelitas la adoptaran como una de sus modelos -aunque no se tratara de mujeres reales y de carne y hueso- y musas.
En primer lugar, cuál es su origen literario. La historia de Isabel y su jarrón forma parte del "Decamerón" de Giovanni Boccaccio, un compendio extraordinario de relatos de todo tipo -de amor, desamor, humor, trágicos, satíricos-, y uno de ellos fue, precisamente, el del Isabel y su jarrón de albahaca. Cuenta dicho relaato que la joven formaba parte de una familia de clase alta, y sus hermanos pretendían casarla con un hombre de su misma clase social. Pero ella estaba enamorada de un joven de origen modesto, que trabajaba para la familia. Amor, por lo demás, correspondido. Pero los hermanos supieron de aquel amor secreto y prohibido, y se las apañaron para asesinar al joven, y enterrarlo en secreto. Ella, claro está, no volvió a saber de él, y sus hermanos le iban dando largas, cuando Isabel, lógicamente, les preguntaba por su amado, porque al fin y al cabo, era el encargado de dirigir los negocios de la familia. Una noche, Lorenzo, el asesinado, se le apareció a Isabel en un sueño, y le contó la verdad. Isabel llegó a donde estaba el joven enterrado, y no se le ocurrió otra cosa que cortar su cabeza con un cuchillo, y esconderla en un gran jarrón, donde lo cubrió con tierra, y plantó albahaca, que creció de forma extraordinaria. Isabel se pasaba el día y la noche al lado del tiesto, abrazándolo como si fuera un amante, y aquello extrañó a propios y extraños, y a sus propios hermanos, que dicidieron separarla de tan extraña obsesión. Pero Isabel enfermó, y no paró de pedirlo entre sollozos. Evidentemente, los hermanos quisieron saber qué demonios escondía aquel jarrón, y encontraron la cabeza de Lorenzo. Sonrprendidos y horrorizados, la enterraron en secreto, y marcharon fuera de Florencia -la ciudad de Isabel y su familia- por cuestiones de negocio. Y ella, sin el jarrón que pedía entre sollozos, murió al poco de pena.
Para quién quiera leer el cuento completo traducido al castellano, dejo un enlace de la web "Narrativa breve", que es donde yo lo leí.

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Una estatua de Bocaccio, el gran escritor florentino -aunque nació en la pequeña población toscana de Certaldo-. Fue, junto a Dante y Petrarca, uno de las grandes figuras literarias del Renacimiento, y padres de la literatura italiana. La historia de Isabel y su jarrón de albahaca es uno más del centenar de historias que se cuentan en su "Decamerón".

La figura trágica de Isabel y su jarrón fue recogida, a principios del siglo XIX, y en un país europeo bien distinto a Italia como Gran Bretaña, por una de las principales figuras de la poesía romántica no sólo inglesa, sino europea en su conjunta: el no menos trágico -por su corta vida, no por su obra, al menos, no toda- John Keats, que por sí sólo ya merecería bastante más que una modesta entrada de blog. Keats era un  hombre vitalista, sensual -no en el sentido sexual que ahora se le daría, sino en el de poner sus sentimientos por encima de todo-, pero también un joven siempre con problemas económicos, de salud -murió tuberculoso a los veinticinco años-, y con poco eco entre los críticos de la época -y no sólo críticos; Byron, aunque trabó amistad con él, siempre le consideró muy por debajo de él, llamándolo "Johnny", como si fuera un adolescente que se distrajera escribiendo poemas mediocres-. Como tantos románticos -y "post-románticos", que sin ser considerados exactamente como tales, no pudieron, y muchas veces tampoco quisieron, ocultar su influencia por los románticos de nombre y fama-, también se dejó influir por Italia, donde, incluso, acabó viajando por cuestiones de salud -inútilmente, pues murió, y fue enterrado en Roma, donde se puede encontrar aún hoy en día su tumba, como la de Fortuny-. Y he aquí los primeros versos que dedica a Isabel, Lorenzo, y su trágico amor:

¡Bella Isabel, pobre y sencilla Isabel!
¡Lorenzo, un joven romero a los ojos del amor!
No podían morar en la misma mansión
sin sobresaltos de corzón, sin languidecer;
no podían sentarse a comer sin sentir lo bien que les sentaría a los dos ser el uno del otro;
no podían, con seguridad, dormir bajo el mismo techo,
sin soñar el uno con el otro, y llorar por la noche.
(...)


Tras la muerte de Keats -y de Byron, Shelley, Tennyson...-, el relevo del romanticismo poético pasó, en cierto modo, al neo-romanticismo pictórico prerrafaelita, y los miembros de la Hermandad, y muchos otros que sin ser parte de ella, sí lo fueron del movimiento -en el sentido más amplio- acabaron adoptando diversos temas que fueron, en ocasiones, comunes a los románticos pre-victorianos que vivieron en lo que podría llamarse Era -o Época- Georgiana tardía -la Regencia de Jorge III debido a su locura, Jorge IV, Guillermo IV-, e Isabel de Florencia pasó a formar parte de su particular mitología.

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Quizá el retrato más conocido o popular de John Keats.

Y ahora, en tercer y último lugar, Isabel y su mal de amores en la pintura de los prerrafaelitas, que es, en principio, de lo que se iba a hablar aquí, aunque pensé que debía dar alguna explicación antes de ello. El cuadro más conocido con dicha temática -aunque no el primero- fue el de William Holman Hunt. Y su fama se debe, más que a la originalidad de cómo imaginó el pintor la historia, al momento de su vida en que lo pintó. 
Hunt estaba pintando el cuadro mientras vivía en Florencia junto a su esposa Fanny, que se encontraba enbarazada. Fue en esa ciudad italiana -que tantos artistas británicos visitaron a lo largo del siglo XIX- donde ésta dio a luz a Cyril, el hijo de la pareja, pero lamentablemente, falleció poco después de septicemia, antes de que Hunt pudiera acabar el cuadro, y se supone -razonablemente-, que el dolor por la pérdida de su esposa debió influir en el pintor, que no pudo sustraerse del dolor causado por su pérdida, por mucho que el arte lo absorbiera y ocupara su tiempo. Su "Isabel y el jarrón de albahaca" obtuvo gran éxito de crítica y público, y hasta llegaron a hacerse no pocos grabados del cuadro. Mientras tanto, la hermana de Fanny, Edith, se hizo cargo del niño, y finalmente, ella y Hunt se casaron, aunque tuvieron que hacerlo fuera de Gran Bretaña -lo hicieron en Suiza-, pues las leyes de aquel país prohibían el matrimonio de un hombre con su cuñada tras la muerte de su esposa y hermana de ésta.

Hunt tardó mucho en acabar su cuadro (1866-8; casi dos años) debido al dolor de haber perdido a su esposa. Quizá sin que lo esperase, ni le importada demasiado, tuvo un gran éxito entre crítica y público. Gran parte de la información sobre Hunt y su "Isabel" lo conseguí en la web "Pinturas de varias épocas".

Millais también pintó a "Isabella", pero unos veinte años antes que Hunt, entre 1848 y 1849, y también se inspiró directamente en Keats, que resultaba culturalente mucho más cercano a los británicos de su época que Boccaccio -hacía poco más de veinte años que Keats había fallecido-. Aquí la visión del artista es distinta: se puede ver a Isabel, Lorenzo -que le ofrece media naranja, como si fuera una simple muestra de confianza y educación, ocultando que lo hace como se le ofrece algo a la persona amada-, sentados ambos en la misma mesa que los tres hermanos de la joven, y algunos personajes secundarios, del montón. Parece nada más que la comida de una rica familia italiana del Renacimiento, y nada parece presagiar la tragedia que cuenta la historia de Boccaccio. Millais lo pintó siendo extraordinariamente joven, sólo diecinueve años, y fue uno de los cuadros que hizo que muchos empezaran a tenerlo en cuenta.

John Everett Millais - “Isabella” (1848-1849, óleo sobre lienzo, 103 x 143 cm, The Walker Art Gallery, Liverpool)
Este cuadro del pintor prerrafaelita John Everett Millais está inspirado en una de las historias del Decamerón de Boccaccio (jornada IV,...
La "Isabella" de Millais (acabada en 1849) fue uno de sus primeros trabajos. Fue un auténtico niño prodigio, aunque en aquel momento, nadie podía imaginar que protagonizaría, junto a Rossetti y Hunt, toda una revolución en el arte del siglo XIX. Foto y parte de la información, de la web "El cuadro del día".

John William Waterhouse, pintor de mujeres casi etéreas, como ninfas, también pintó otras más "reales", y tuvo su propia visión del sufrimiento de Isabel. 

La Isabel de Waterhouse (1907), detallista, hermosa, con una calavera en la columna en la que se apoya el jarrón... Waterhouse siempre pintaba belleza, incluso cuando deseaba retratar tristeza, tragedia, crueldad de los hados con personas inocentes.